El frío
llegó para quedarse y esto puede traer consecuencias para nuestra piel, sobre
todo la de las zonas más expuestas de nuestro
cuerpo.
Por Belén Couso
En invierno,
nuestras manos se tornan ásperas, agrietadas, con las cutículas engrosadas y la
presencia de pellejitos de piel alrededor de las uñas, también llamados
“padrastros”. La causa de resequedad de la piel puede ser principalmente el
clima seco en el exterior y a la calefacción en los interiores. El lavado
frecuente, destinado a evitar el contagio de enfermedades, sin la colocación
posterior de una crema, o el uso de alcohol en gel sin propiedades humectantes,
intensifica las agresiones que puede recibir la piel en esta época del año.
- Como cuidado básico, mantené la piel humectada colocándote crema varias veces al día, sobre todo después de bañarte y lavarte las manos.
- Elegí productos con componentes hidratantes y jabones suaves.
- No prolongues el lavado con agua demasiado caliente y secá bien tus manos cuando termines.
- Usá siempre una toalla seca y evitá los secadores de aire caliente. Caso contrario, utilizalos a una distancia mayor de 15 cm.
- Al lavar la vajilla, ponete guantes de goma o hacelo con un cepillo de mango largo para evitar el contacto con el agua.
El frío
también puede afectar a la circulación sanguínea, la piel puede tornarse
violácea o pueden producirse sabañones –inflamaciones que se producen debajo de
la piel y resultan muy dolorosas. No salgas a la calle sin guantes de lana,
previo ponerte una buena capa de crema humectante.
Por
último, y no menos importante, asegurate de mantener una alimentación
equilibrada que incluya frutas y verduras, y tomar al menos dos litros de agua
por día. De esta manera, te hidratás de adentro hacia afuera.
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