Por Paola Brussa
Soñar con los ojos abiertos. Atrevernos a perseguir un
sueño… y a vivirlo. Tener un proyecto y dar los pasos necesarios para lograrlo.
Seguir el camino que hemos elegido. Prestar atención a cada paso que damos,
atentos a si nos lleva a cumplir ese sueño.
Empecemos por permitirnos soñar. Por vivenciar y sentir el
sueño, como si ya lo hubiéramos logrado. Permitamos que nuestra mente construya
esa realidad que anhelamos. Dejemos volar nuestra imaginación para que nos
lleve a ese lugar donde queremos estar. Imaginemos que está hecho.
Seguramente ese camino irá acompañado de algunos sacrificios,
de algunos momentos difíciles. Pero también viviremos situaciones que nos
demostrarán que estamos en la senda correcta. Y pasar los momentos de crisis
nos llevará a vivir situaciones muy gratificantes.
Recorrer el camino para cumplir con nuestro sueño, nos exige
compromiso con cada paso que damos mientras lo hacemos.
Tengamos en claro cuáles son nuestros objetivos, no los que
la sociedad o el entorno nos dice que deben ser. Soñar nuestros sueños y
plantearnos nuestros objetivos, nos dará la energía suficiente para luchar por
ellos y lograrlos. Y en ese recorrido, viviremos la satisfacción de sentirnos
bien con nosotros y con los que nos rodean.
Cada día podemos dar un paso. Encontremos la manera de
convertir nuestras intenciones en acción, aprovechando cada oportunidad que
esté de acuerdo con nuestro propósito. Es importante que nos mantengamos en
marcha.
Soñemos todos los días. A cada momento. Y experimentemos la
emoción de lograrlo.
Esta es una nota editorial de la edición de octubre de 2009 de la revista Doquier, que quisimos compartir con ustedes
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