Paradores de El Banquito




Para quienes este verano se queden en Rosario, nada mejor que disfrutar del sol en las playas que están al otro lado del río, en El Banquito de San Andrés, cruzando con las embarcaciones que salen del complejo La Fluvial ($30 ida y vuelta).

No es un dato menor que el río está bajo esta temporada: hay más extensión de playa, más lugar cerca de los paradores, más arena para caminar. También hay muy pocos mosquitos, lo cual tiene que ver con la bajante, o al menos con que no ha habido creciente, según explica Nicolás Gesrik desde la experiencia isleña que le dan sus más de 8 años en el parador DéjaVú.

Además están los servicios, que vienen en ascenso. Este año hay 9 propuestas distintas. Desde la punta norte hacia el sur van apareciendo Wike Kite Beach, Punta Arenas y WetPark. En el centro de la movida, adonde llegan las embarcaciones de pasajeros, siguen Vladimir, DéjaVú y Sudestada. Caminando más al norte están Playa Hanglin y Willy Dixon Beach, sumando al final al parador Playa Blanca.

Conservando un estilo rústico e isleño, estos paradores ofrecen minutas y comidas rápidas, algunos tienen carnes y pescados a la parrilla, y en general no faltan jugos, licuados, algunos tragos básicos y cervezas. Todo se acompaña con música (mucho reggae, rock nacional y algún chill out), actividades como fútbol y voley en la arena, juegos acuáticos, kitesurf y skimboard, y alquiler de sombrillas y reposeras para los que sólo buscan descansar.

Actividades y servicios

Sobrevolando cerca de la amplia zona de arena de la punta norte, suelen verse las velas desplegadas de quienes llegan a estas playas buscando surfear el río con la fuerza del viento. Aquí Wike Kite Beach ha encontrado el lugar ideal para las salidas de la escuela de kitesurf, con un spot que tiene servicio de bar. Quien lleva adelante esta propuesta, Lisandro Face, remarca que la enseñanza se realiza con equipos nuevos y de primeras marcas (sólo la vela cuesta unos 2.000 dólares). Hay cursos iniciales de seis clases de una hora por $1.200 y avanzados de tres clases por $600. Otra actividad interesante y especial para los chicos es el skimboard, que permite deslizarse sobre el agua de la orilla en unas tablas resistentes y ligeras, sin quilla, jugando y haciendo trucos sobre las pequeñas olas que llegan hasta la playa. Lisandro cuenta que son muchos los chicos que se divierten en la escuela de skimboard, que funciona sábados y domingos entre las 16 y las 18hs por $30 la clase de hora y media.

Cerca están los servicios del parador Punta Arenas, con baños, alquiler de sombrillas y reposeras, y luego aparece una de las novedades más destacadas de esta temporada: WetPark, que el viernes 6 de enero inauguró una docena de actividades y juegos acuáticos para todas las edades. Como describe su propietario, Daniel Della Gaspera, se trata de “un complejo turístico con un espejo de agua de unos 1.000 metros cuadrados, vallado y boyado, que tiene trampolines, catapultas, toboganes, una barra de equilibrio, un símil del planeta saturno donde la gente se balancea y escala, cancha de waterpolo, cancha de aqua-voley, una banana con movimiento y, como atracción principal, un ‘iceberg’ tipo roca escaladora para treparse y tirarse al agua”. El costo para acceder a estos juegos es de $40 por hora.

En WetPark no faltan servicios de restó-bar, con especialidades a la parrilla en carnes y pescado de río, y un salón de eventos con capacidad para hasta 200 personas. Además los viernes se prevén fiestas y eventos, con traslado en lanchas propios para horario nocturno.

Luego está el parador más tradicional, Vladimir, que ya lleva 16 temporadas centralizando buena parte de la movida de El Banquito. A la altura de la playa (no elevado), en un salón de forma hexagonal, pueden pedirse 2 ó 3 platos principales (lomo, milanesas) además de variedad de sandwiches fríos y calientes. Para la tarde salen licuados y ensaladas de fruta, además de las aguas saborizadas que “este verano se están pidiendo mucho más que las gaseosas”, según apunta Juan Carlos, propietario del lugar. Un dato significativo del turismo en estas playas es que puede verse un pizarrón con el menú en inglés. También hay teléfono público, el único de la isla. En el área de playa se dispone de cancha de voley, ducha al aire libre y alquiler de sombrillas y reposeras.

Bajando con el rumbo de la corriente, el parador que sigue es DéjaVú, que cuenta con el deck más amplio. Sobre el frente tiene una nueva terraza, más elevada, que ofrece las mejores vistas panorámicas de la playa. Para el almuerzo, además de sandwiches y picadas, DéjaVú ofrece distintos cortes de carne a la parrilla y una recomendable boga despinada. “Los turistas -muchos de Buenos Aires- quedan muy contentos al probar pescado de río, sin espinas, en un parador de la isla como este”, apunta Nicolás.

Muy cerca se encuentran dos puestos que funcionan los fines de semana, uno de tragos frutales y licuados, y otro para masajes relajantes. A pocos pasos más hay una palestra para escalar y luego se llega al parador Sudestada, otra de las novedades de este verano. Tiene un deck con unas 10 mesas y un par de sillones. Es un emprendimiento asociado a los propietarios de DéjaVú, y puede decirse que se diferencia proponiendo una onda más joven, con minutas frías, gaseosas, cervezas y buena música. A su alrededor se ha ganado espacio entre los árboles para ofrecer lugar a la sombra, detalle importante a la hora de apartarse por un rato del sol del mediodía.

Los paradores siguientes son Playa Hanglin y Willy Dixon Beach. Ambos tienen un ambiente joven, con servicios de bar en decks elevados y buen número de mesas y bancos bajo arboledas. Se suma la opción de usar parrillas y también permiten acampar. Como entretenimiento distinto, en Dixon hay tres metegoles.

El último parador es Playa Blanca, un lugar relativamente nuevo, que comenzó a funcionar a mediados de la temporada pasada pero apuesta sus fichas a este verano. Junto a una playa con cancha de voley, el deck sobre el que se ubican mesas y sillas es alto y bastante amplio, permite comer disfrutando de amplias vistas del río con un clima familiar y tranquilo. Aquí el encargado, Indalesio Caminos, prepara carnes y pescados a la parrilla, incluso con pedido previo puede asar costillares a la estaca. Como está algo alejado de los muelles de desembarco de pasajeros este lugar funciona mucho con la llegada de lanchas privadas.
A su vez, al igual que en Hanglin y Dixon, en Playa Blanca hay cierta familiaridad informal que permite, por ejemplo, llevar asado o pescado fresco y sentarse cómodamente a esperar que lo preparen y sirvan en una mesa.

Los horarios de los paradores básicamente se acoplan a las lanchas de pasajeros. Van abriendo a eso de las 9 y cierran alrededor de las 20 los días de semana, mientras que viernes y sábados usualmente permanecen abiertos hasta las 21hs o poco más. A última hora suele ser larga la fila para embarcar. No son pocos los que encuentran que el horario más placentero para tomar y picar algo es cuando el sol cae tras la ciudad y, lentamente, la silueta de Rosario se va recortando sobre los colores del atardecer.

Precios a la carta

Los sandwiches rondan entre $20 y $32. Un asado para compartir en Playa Blanca cuesta $70. La media boga en DéjaVú, $44. Licuados entre $15 y $18 y ensaladas de fruta alrededor de $15. Para tomar, en la mayoría de los paradores la gaseosa de litro y medio cuesta $20 y la cerveza $25, precios que -vale aclararlo- permiten tomar algo frío en un lugar aislado y sin tendido eléctrico.

Datos de contacto
- La Fluvial: 4473838
- Wike Kite Beach - Escuela de kitesurf: 153 103914
- WetPark: 153 030566
- Vladimir: 155 103469
- DéjaVú y Sudestada: 156 030523
- Playa Hanglin: 156 630242
- Willy Dixon Beach: 154 682043
- Playa Blanca: 156 038872 / 155 729059

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