Inés San Martín: “A mi grito “Papa, te quiero dar un abrazo", Francisco respondió: "y vení"





Por Mariana Boggione

A menos de una semana del cierre del multitudinario encuentro mundial de jóvenes con el Papa Francisco en Río de Janeiro, charlamos con Inés San Martín, que con 26 años fue la Responsable del área de Prensa Internacional de la Jornada Mundial de la Juventud, un evento que convocó a más de 3.5 millones de personas, y a más de 2000 periodistas provenientes de 57 países. Esta rosarina, comunicadora social y próximamente magister, fue a Río con la intención de darle un abrazo al Papa, y lo logró… en su traspaso del helicóptero al papamóvil le gritó: "Papa, te quiero dar un abrazo", a lo que él respondió: "y vení", ¡y lo abrazó con todas sus fuerzas!
 
¿Qué es la Jornada Mundial de la Juventud?
La Jornada Mundial de la Juventud es un encuentro multitudinario de jóvenes convocado por la Iglesia Católica cada dos o tres años en diversas ciudades del mundo. La primera fue en Buenos Aires, en 1987, bajo la tutela de Juan Pablo II. En esa oportunidad participaron más de un millón de personas. Desde entonces, se celebraron en Paris, Denver, Manila, Sídney, Toronto, Colonia, Roma, Madrid y otras ciudades. Están compuestos por diversos momentos-catequesis, intercambio cultural, diálogo interreligioso y los "actos centrales" que convocan a cientos de miles, cuando no, a millones de jóvenes.

¿Cuál fue tu rol en este encuentro?
En esta oportunidad, estuve como responsable de toda la prensa internacional- más de 2000 profesionales provenientes de 57 países.
 
¿Cuándo te instalaste en Brasil?
Llegué a Brasil en el mes de abril, pero mi rol en la JMJ Rio2013 arrancó en febrero, cuando desde Rosario, mi ciudad natal y donde vivo habitualmente, comencé a responder los primeros e-mails.

Me imagino centros de prensa inmensos… ¿Cómo era el lugar físico en el que trabajaban?
La verdad es que se montó una estructura realmente inmensa. Estamos hablando una carpa de más de 3.000 metros cuadrados, con capacidad para miles de personas. Como es habitual, la JMJ proporcionó estaciones de trabajo, computadoras, cabinas de radio. Contábamos también con un auditorio con capacidad para 350 personas donde realizamos entre 3 y 4 conferencias de prensa diarias, al menos una de ellas a cargo de Federico Lobardi, vocero de la Santa Sede.


¿Cuál fue el mayor desafío al tener que recibir a más de 6000 periodistas de todo el mundo?
Hacerles entender que ser el "mayor periódico de Francia", "la cadena más grande de Estados Unidos" o "el de mayor rating de Argentina" no garantizaba mejores accesos en los diversos eventos. El Santo Padre tuvo en total 25 intervenciones y el objetivo de la JMJ al distribuir los accesos restringidos de la prensa (en algunos eventos sólo teníamos 20 lugares disponibles) fue garantizar que los millones de peregrinos que no pudieron venir, porque no conocían el evento, porque no podía afrontar los gastos del viaje o por otros motivos, pudiesen saber qué era lo que estaba aconteciendo.
 
Por más de que haya muchísimas lenguas… ¿hablaban un mismo lenguaje?
La mayoría de los profesionales que realizaron una cobertura periodística hablaban inglés o español, lenguas que manejo con fluidez. Igualmente, realizamos un importante esfuerzo para garantizar la presencia permanente de voluntarios que hablasen otros idiomas, como alemán, francés, italiano y polaco.

¿Todo esto lo hiciste como voluntaria?, ¿Por qué tanto esfuerzo?
Efectivamente, todo fue como voluntaria. Y cuando uno ve el resultado, las vidas tocadas por este evento, yo me pregunto más bien ¡por qué no tanto esfuerzo! Profesionalmente fue sin duda la experiencia más importante de mi vida y no conozco muchos trabajos que presenten un reto tan grande como este. A nivel personal, el esfuerzo está relacionado a mi Fe. La JMJ se presentó como una oportunidad única de poner mis conocimientos y aptitudes-por limitadas que fueran- al servicio de la Iglesia. Es habitual ver cómo los católicos demandamos cosas de la Iglesia, pero nos olvidamos que todos somos parte de la misma.
 
¿Qué sentiste cuando abrazaste al Papa Francisco?
Es realmente indescriptible. Yo había estado muy cerca de Benedicto XVI en la JMJ de Madrid, en el 2011, donde también participé como voluntaria. En aquella oportunidad me bloqueé, y literalmente, lo único que pude hacer ante su presencia fue gritarle "hola Papa". De cerca, proyectaba la imagen de abuelo sabio, que vivió mucho, sufrió mucho y que se alegra al recibir un abrazo. Pero fue tal mi sorpresa al tenerlo en frente que insisto, me bloqueé. En esta oportunidad fue distinto porque yo había llegado a Rio con la intención de darle un abrazo al Papa. No sabía cómo, ni cuando, pero estaba convencida de que iba a tener la oportunidad. Y así fue. El sábado a la noche, cuando el Papa hacía el traspaso de helicóptero a papamovil, lo tuve enfrente y le grité a todo pulmón "Papa, te quiero dar un abrazo", a lo que él respondió: "y vení". Por lo que ni lerda ni perezosa, lo abracé con todas mis fuerzas!

¿Cuál es el principal mensaje que dio el Papa a los jóvenes? (y personalmente vos como lo recibiste)
No tengan miedo de ir contracorriente, protejan la vida y hagan lío en las parroquias. Personalmente, lo recibí con los brazos abiertos. Nadar contracorriente construye el carácter. Una sociedad que no protege la vida, en todos sus niveles, es una sociedad que no se protege a sí misma. Y un católico que no se involucra con la actividad de su parroquia vive aislado, por lo que no forma parte activa de la Iglesia.

 ¿Qué significó para vos haber sido una de los jóvenes que habló en el Via Crucis, uno de los eventos centrales de la JMJ?
Un honor y una responsabilidad. Honor porque, obviamente, pocos jóvenes tienen la oportunidad de hacer algo así. Y una responsabilidad porque la frase que me toco decir ("Que los pueblos de Latinoamerica y el Caribe encuentren los caminos para superar la injusticia y la violencia") no fue una expresión de deseo, sino que un compromiso a trabajar en pos de este objetivo. Vivimos en un continente increíble, con una sociedad capaz de superar mucho. Es hora de que superemos también esto.

¿Cómo recibís la noticia de que fuiste protagonista en este evento que generó un récord de visitas que tuvo Río de Janeiro?
No sé si me veo protagonista. El verdadero protagonista del encuentro fue Cristo, Él fue quien convocó, Él fue quien garantizó el éxito y la participación de 3.5 millones de personas. Saberme un instrumento de esto, una vez más, me genera responsabilidad. Cuando hablaba con otros voluntarios sobre qué nos había motivado para participar, mi respuesta era siempre la misma: que al menos uno de los peregrinos volviese a casa convencido de que no solo puede, sino que debe, cambiar el mundo, construyendo una sociedad más justa y equitativa, con políticos más honestos, mejor salud, mejor educación, mayor libertad de credo. Sería hipócrita de mi parte, después de lo vivido, no intentar ser esa joven.
 
Después de semejante experiencia, ¿qué tenés planeado hace a tu regreso?


¡Descansar! En principio me voy a Inglaterra unos días, porque el instituto Ian Ramsey, de Oxford, me dio una beca para participar de un workshop sobre Ciencia y Religión. Pretendo usar eso como excusa para tomarme un par de semanas. A mi regreso, buscar trabajo. Toda la vida trabajé desde casa, como editora de diversos blogs, freelancer para otros países y como Comunity Manager, pero creo que es momento de buscar un trabajo más permanente. Y también debería escribir la tesis para la maestría que terminé de cursar antes de venir ¿no?

Si tuvieras que elegir una palabra para definirte, ¿cuál sería?, ¿por qué?
¿Cuál es la palabra que define a aquellos que cumplen sus objetivos, incluso los más descabellados? Sé que no cuadro en la definición de soñadora ni soy lo que los norteamericanos definen como overachiver. Soy más bien la persona que se pone metas absurdas y que tiene la suerte de estar rodeada de un grupo humano increíble -familia y amigos- dispuesto a acompañar esa locura. ¿A cuántas personas conoces que se obsesionaron con abrazarlo al Papa? Yo no quería conocerlo, saludarlo, verlo de cerca o tomarme una foto con él. Yo quería ABRAZARLO. Y como esas hay otras miles...

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