Por Paola Brussa
Porque somos el resultado de lo que hemos
vivido. De las cosas buenas y malas que nos han pasado.
Agradecer por las cosas lindas de la vida y
las oportunidades que se nos presentan. Por las personas que nos rodean, y por
esas que estuvieron a nuestro lado y dejaron su huella en nosotros.
Agradecer mejora nuestro estado de ánimo. Nos
ayuda a ver que somos receptores de cosas buenas, que la “botella está medio
llena”, y que hay muchos motivos reales por los que seguir esforzándose.
Agradecer sirve también para revertir
situaciones desagradables. Entonces, agradezcamos por las piedras que aparecen
en nuestro camino. Porque hacen que redoblemos el impulso por superarlas. Y eso
nos hace más fuertes.
Agradezcamos todo lo que tenemos, porque
incluso lo que parece no funcionar bien nos lleva a evolucionar y a vivir más
plenamente, de acuerdo con quienes somos en realidad y cumpliendo nuestro
propósito en esta vida.
Agradezcamos a aquellos que desde su manera de
ser nos ayudaron a ser más humanos, más sencillos. Al que supo escucharnos. Al
que corrigiéndonos con cariño nos ayudó a crecer. Al que sin cansancio siempre
esperó lo mejor de nosotros. Al que nos necesita, haciéndonos sentir útiles. Al
que siempre nos anima a ver lo positivo.
Es bueno agradecer todos los días. Nos llena
de optimismo.
Esta es una nota editorial de la edición de diciembre de 2008 de revista Doquier, que esperamos les guste.
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