Por Mariana Boggione
La escritora rosarina Florencia Lo Celso tiene un vasto recorrido por las letras y entretelones culturales de la provincia que la vio nacer. En su última obra, "La palabra que nombra", la escritora refiere a ésta como si fueran “nuestro nombre y apellido”, por su fuerza y energía propia.
¿Cuándo inició tu
pasión por las letras?
Desde
muy pequeña me encantaban que me contaran cuentos, mi imaginación se
encendía... y con ellos creaba mundos muy propios que luego con el
lenguaje que me sostenía iba deletreando... Luego entró la poesía con
toda su fuerza. La adolescencia me marcó a fuego con la palabra poética y desde
esa etapa de mi vida es mi fiel compañera.
¿Cómo reconociste tu
vocación por la educación?
El
título que otorgaba el colegio era el de "Maestra Normal Nacional", y
las prácticas me señalaron la importancia de la educación como instrumento
fundamental para el crecimiento de uno y de los otros. Ver los resultados
fueron momentos inolvidables en mi vida.
Seguramente es enorme
la riqueza intelectual y artística de los talleres literarios… ¿qué le dirías a
alguien que desea formar uno?
Fundamentalmente
que sea humilde y no improvisado. Que tenga presente que cada uno que
se acerca para integrar un taller es un mundo al que hay que respetar,
escuchar y "enseñar". Que es una elección de vida en la que incluimos
a otros y merecen nuestro respeto.
Creo
que la palabra idoneidad es la base de toda actividad "seria".
¿Qué generan los talleres
literarios en quienes participan de ellos?, ¿y en quienes los coordinan?
Si
bien he sido coordinadora de talleres literarios cuando recién se comenzaban a
vislumbrar como una herramienta importante en el trabajo del lenguaje, el
objetivo que teníamos, en ese entonces, en la Delegación Rosario
de la Subsecretaría
de Cultura de la Provincia,
era generar talleres en el sur provincial y apuntar a coordinadores que sean de
su propio espacio, así se conformaron en Venado Tuerto, Firmat y otras
localidades. Las distancias y las comunicaciones no eran como ahora, y las
necesidades eran muchas. Había expectativas y agradecimiento del interior por
estos puentes que construíamos para aprender y poder encauzar estilos y
lenguajes. En este momento hay en la ciudad de Rosario muchos Talleres con
diversidad de ofertas: de escritura, de lectura, etc.
¿Cuál es el mayor
fruto que has podido brindar a la sociedad desempeñándote en la Subsecretaría de
Cultura?
Creo
que lo que me dejó es el afecto profundo de la gente del norte al sur de la
provincia. Conocer los valores que tenemos y que no conocemos. Lograr los
circuitos culturales a lo largo y a lo ancho de Santa Fe permitió despertar la
solidaridad, la creatividad y el "reconocerse” a pesar de las distancias
que nos separan.
Entre las
experiencias vividas en las Ferias del Libro, ¿cuál es la más significativa en
tu biografía?
Me
encantó tanto ser parte de la organización desde el Estado y también
colaborando con la Sra.
Chiche Ross y las editoriales que hicieron historia en
Rosario, todas fueron importantes porque significaron mucho esfuerzo, pero
siempre Rosario respondió.
¿Por qué el título
"La palabra que nombra"?
Porque
la palabra nos nombra. Cada una de ellas compone nuestro lenguaje pero
tienen una fuerza y una energía propia. Nosotros al elegirlas para
hablar o escribir estamos ejerciendo el valor preciso que cada una
de ellas tiene. Es como nuestro nombre y apellido: lo que somos, lo que
añoramos, lo que sentimos.
Por último, si
tuvieras que elegir una palabra para definirte, ¿cuál sería?, ¿por qué?
Pasional...
porque creo que la pasión es entrega, camino, vocación... afectos aunque, a
veces, otras realidades…
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