La tradicional fiesta de blanco de Chandon, uno de los must de cada temporada en Punta del Este, este año tuvo su exclusiva celebración para 250 invitados en Finca Valeria.
Punta
del Este, Uruguay, 12 de enero de 2013.- Casi escondida,
entre caminos ondulantes y chacras con caballos pastando mansamente. Debajo de
un cielo estrellado en otra noche cálida y recién estrenada de Punta del Este.
Custodiada por pequeños viñedos de tannat, la cepa emblemática de este rincón
del mundo. Descansando sobre una barranca leve, junto a una laguna.
Así estaba Finca Valeria. Espléndida.
Esperando el encuentro con los invitados de la celebración más tradicional de
Punta del Este, la fiesta de blanco de Chandon.
Con la puntualidad y el dress code
habituales, los primeros invitados llegaron cerca de las diez de la noche,
quienes fueron recibidos por Valeria
Mazza y Alejandro Gravier, los
anfitriones de la casa junto a Sol
Beckermann y Ramiro Otaño, los
anfitriones de Chandon.
Manuel Antelo y su mujer Inés Peralta Ramos, fueron los primeros en llegar y acomodarse en
los livings blancos, con almohadones turquesa y naranja -colores distintivos de
Chandon Délice- ubicados sobre el deck de madera junto a la pileta. Enseguida
se les sumaron, Dolores Cahen D´Anvers y Horacio
Mazza, Luciana Aymar y Ana Rusconi.
Mientras que Ramiro Agulla y Delfina
Vázquez Maistegui eligieron sentarse en la mesa central del living para
conversar con sus amigos y disfrutar las combinaciones de Chandon Délice que
les sugería el bartender Tato Giovannoni.
Una nueva fiesta de blanco Chandon estaba
empezando, con el mismo espíritu de siempre pero esta vez con otra cadencia.
Esta noche la celebración sería más íntima, solamente 250 invitados, en una
atmósfera distendida con un ambiente especial y cuidado.
Poco a poco fueron llegando el resto de los
invitados, en divertidos grupos a bordo de carritos de golf que los acercaban
desde el estacionamiento de la finca a la puerta de la casa. Siguieron arribando Anita Álvarez de Toledo, Paola
Marzoto, Iván de Pineda y Luz Barrantes. Sumándose luego Lorena Ceriscioli,
Gunilla Von Bismarck, Justo Saavedra y Julieta Kemble, Cecilia Zuberbühler,
Amelia Sabán, Alicia Fernández, Cristiano Ratazzi, Daniela Urzi, Gonzalo
Pieres, Germán Neuss, Rosella y Patricia Della Giovampaola, Julieta Spina junto
a Augusto Rodríguez Larreta.
La ambientación de Javier Iturrioz, que
otros años había transportado a los invitados a la India, Hawaii o Marruecos,
esta vez los transportó a la intimidad de la sofisticada tranquilidad de Finca
Valeria y se centró en su estilo:
“El concepto principal de la ambientación apuntó a potenciar
la vegetación de la finca e incluirle los colores de Chandon Délice, mucha
iluminación turquesa en las paredes y en la pileta, mientras que el naranja lo usamos en los
arreglos de flores y en la iluminación de los palmares”.
“Pusimos mucho verde y velas en la pérgola de entrada
e iluminamos absolutamente todos los viñedos, el camino de entrada y la laguna.
Todas las columnas de la casa se llenaron de enredaderas y en todas partes se
destacó el touch de flores naranjas y azules. También armamos pequeñas balsas
de madera con fraperas y flores, flotando en la pileta como si fueran ofrendas.
Una decoración salvaje pero muy Punta del Este”, dijo Javier Iturrioz.
El menú, pensado y diseñado para maridar con Chandon
Délice, fue preparado por el chef Fernando Trocca, que
recibió a los invitados con una mesa fría de zucchinis marinados; ensalada de papas, alcaparras y salmón
ahumado; ceviche de camarones; tiradito de pulpo con tapenade; ensalada de
duraznos rúcula y muzarella de búfala; carré de cerdo con chutney de tomate y
manzana; y ensalada de remolacha asada, queso de cabra y naranja.
El plato caliente fueron bolitas de morcilla;
empanadas de pollo, maíz y cilantro; fishcackes; rissottocakes; langostinos a
la parrilla y croquetas de jamón crudo y
bechamel. El principal tuvo un toque bahiano: una tradicional moqueca brasileña
de pescado y camarón.
El postre vino con aires uruguayos, un típico chajá
preparado con merengue, dulce de leche, durazno y mascarpone. Más una mousse de
verbena, granita de lima y frutillas.
La preparación de Chandon Délice corrió por cuenta de
Tato Giovannoni, que lo sirvió en sus combinaciones habituales: con
hielo y piel de pomelo o rodajas de pepino u hojas de albahaca. Y también
presentó una nueva forma de disfrutar este increíble sparkling wine: con un mix
de melón escrito, melón cantaloupe, piña, durazno, ciruela blanca y mucho
hielo.
Después de medianoche, llegó el momento más intenso
de la fiesta. Mientras los invitados bailaban en el deck, junto a la pileta,
una lluvia de fuegos de artificio iluminó la cerrada noche de la finca. Durante
varios minutos, todos se acomodaron sobre la barranca de la laguna para poder
disfrutar mejor la explosión de colores con el soundtrack de fondo de “Just one
last time”, el último hit de David Guetta.
El DJ Chule Bernardo se sumó al cambio de pulso de la
fiesta y con versiones remixadas de clásicos de los ´70, ´80 y ´90; rock & roll y música
electrónica, puso a todos a bailar.
“Este
año quisimos darle un nuevo enfoque a nuestros eventos en Punta del Este. Nos
pareció interesante explorar el concepto del espacio íntimo, dónde una
celebridad sea quien invite a su casa a un grupo de amigos y que comiencen el
año festejando junto a Chandon”,
dijo Fernando Gouiran, Director de Comunicaciones de Moët Hennessy Argentina.
“Queremos que la marca esté cerca de los
grupos de amigos y sea facilitadora de celebraciones en sus propias casas. Que
un lugar querido, cotidiano y habitual se convierta por una noche en un espacio
especial para celebrar de manera diferente y única con amigos, justamente como
lo vienen haciendo Valeria y Alejandro todos los años en su casa. Elegimos a Valeria para que nos acompañe en
este nuevo formato por ser la modelo argentina más importante de la historia y
un ícono de la moda a nivel mundial. Fue una fiesta única para nuestros
invitados, donde Chandon y Valeria expusieron la calidez y el espíritu de los
grandes anfitriones”,
agregó Gouiran.
Una noche perfecta junto con Chandon Délice, la mejor
comida, música y amigos estaba llegando a su fin. Nadie quería volver a casa,
pero el tímido naranja del sol que empezaba a asomar entre las chacras del golf
de la Barra era una clara señal que otra fiesta de blanco de Chandon había
entrado, una vez más con su mística única, en la historia grande de Punta del
Este.
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